miércoles, 11 de febrero de 2009

AÑO NUEVO, BUENOS PROPÓSITOS

Al fin hemos empezado los años, el laowai de 2009 y el chino de un animal de difícil traducción. Yo me disculpo por haberos abandonado, entre viajes y visitas no he tenido tiempo (ni ganas) para dedicarme a ladrar sobre este gran país. Pero como he incluido entre mis propósitos de años nuevos actualizar el blog con regularidad, aquí estoy de vuelta.

Empiezo con un tema que nos tiene locos a los expatriados, ¿a qué bicho está dedicado este año? Al buey, direis, bueno, según se mire, porque en chino, este es el año del niu, palabra que designa más o menos indistintamente al buey, la vaca, el toro e incluso el búfalo. En general, cualquier bovino usado como animal de tiro. Buey está copiado del inglés ox, que no sé de dónde se habrán sacado, aunque me lo imagino: en chino, para matizar que el niu en cuestión es una vaca, se dice nainiu (o sea, niu lechera), y mangniu (es decir, niu macho) para el toro. Supongo que de ahí la traducción de buey, que ni da leche ni es muy macho. Antes estábamos en el año de la rata, y después vendrá el del tigre.

La rata es el animal que abre el ciclo de doce años, porque según cuentan la leyenda y la wikipedia, los animales fueron convocados por los dioses a una carrera para asignarles el orden en el calendario. Qué dioses eran, varía según la fuente, pero fuera quien quien fuera, capacidad de convocatoria tenía poca, porque sólo le hicieron caso trece bichos (rata, buey, tigre, conejo, dragón, serpiente, caballo, cabra, mono, gallo, perro, cerdo, y gato).

Os voy a contar la historia completa, porque tiene su gracia y su moraleja, y además me recuerda a lo que nos está pasando ahora. El caso es que los animalitos tenían que cruzar un río, y según llegasen a la orilla sería el orden que ocuparían en el calendario. El buey (o toro, o lo que fuese) tenía miedo de no encontrar el camino porque era corto de vista, así que la rata, que por aquí tiene fama de espabilada, le dijo, “No te preocupes, que aquí mi amigo el gato (todavía no se llevaban mal, aunque os suelto un spoiler: al final de la carrera el gato la odia para siempre) tiene una vista de lince, por algo son primos. Tú nos dejas que nos subamos encima de ti, y ya te vamos diciendo el camino”. O dicho de otro modo, si tu no sabes invertir porque no sabes ni lo que es un MBA, déjame tus dineros que tengo aquí un paquete de bonos vinculados a unas hipotecas subprime que ya veras. Total, que el pobre buey se dejó las pezuñas nadando mientras el gato le guiaba y la rata iba dando ánimos (quien dice dale a la pezuña, dice hazme unas horas extra, y contención salarial, que lo que es bueno para la empresa nos beneficia a todos). Y hay que reconocer que gracias a ese par de consejeros, el buey pasó a todos los demás bichos. Pero no ganó la carrera, porque cuando estaban a punto de llegar, la rata le dio una patada en el culo al gato y lo tiró al agua, y después salto a la orilla desde la cabeza del buey, llegando ella la primera (como quien llega el primero a poner el cazo en las ayudas de Papá Estado). Por eso, los chinos creen que en el año de la rata se empiezan los proyectos, gracias al ingenio y a la energía que trae el bichito, pero que es durante el año del buey cuando se consolidan estos cambios, a base de trabajo duro y resistencia al cansancio y al dolor. Que nos espera un año fino, vaya.

Por aquí no sé si se va a consolidar mucha cosa o si vamos a seguir yendo a peor. Por mi trabajo me paso el día leyendo la prensa económica, y seguir las cifras de crecimiento previsto para este año son como estar en una partida de bingo, cada uno dice una cosa, cada día cambia, del 9% que dice el gobierno al 3% real que predice un analista, entran todas las cifras posibles. Claro que, en un país de la magnitud de este, los números pierden parte de su sentido: hay 20 millones de nuevos parados, toda una Shanghai de ociosos forzados a volver a sus pueblos miserables porque Occidente ya no tiene dinero para estampitas de plástico. ¿Son muchos? ¿Pocos? A saber.

El drama de estos trabajadores-rurales-emigrantes, como los llaman aquí, es que muchos abandonaron sus pueblos siendo muy jóvenes, y ya no saben cultivar la tierra, o no pueden, porque poseen terrenos poco fértiles, o agotados por los monocultivos. ¿Qué será de ellos, de sus familias, cuando no tengan ni para comer? Pues no lo sé, y lo más probable es que no lleguemos a saberlo nunca, a menos que cambien mucho las cosas: hace unos días leía en Xinhua, la agencia gubernamental de noticias (en la práctica, la única), que el pueblo tibetano se preparaba para celebrar "el aniversario de la liberación de los siervos", comentada con profusión de fotos de tibetanos en traje típico bailando para mostrar su alegría por haber recibido la libertad a manos de las tropas chinas. La guinda la ponía el testimonio de una anciana tibetana que decía "recuerdo cómo lloré el día en que el Ejército Rojo entró en Tibet". Imagino que el periodista que redactó la noticia debe haber disfrutado una vida libre de penas y tristezas, porque en el texto no matizaba si la buena señora había llorado de felicidad, de pena o de rabia. O a lo mejor fue el traductor que lo pasó al inglés el que tuvo un rapto de decencia y dejó la frase equívoca adrede.

Así que supongo que para Xinhua y la prensa china en general estos nuevos parados estarán también henchidos de felicidad por haber recibido la oportunidad de regresar a sus tierras ancestrales.

1 comentario:

  1. Carallo pa la rata... yo a eso no le llamo astucia, le llamo hijoputez. Ahora ya se porque Corina es tan diabólica... Y hablando de crisis, menuda: por aquí también se la están pegando. Letonia ha pedido ya ayuda al FMI y en Lituania están quebrando empresas cada día, entre ellas Flyal (la única aerolinea lituana...) La cosa está muy malita! Imagino que en China, todavía más...

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