Si es que aunque quisieran poner algo, ya no cabe

Entendedme, digo que es una ventaja, pero sin acritud. Yo ni soy militante anti-Navidad (bueno, un poco, pero tampoco es este el tema de hoy), ni tampoco soy especialmente fan del turrón blando y el chupito de beilis (así, como lo pronuncian nuestras tías) con el que acabamos de taponarnos el estómago, pero para esta Nochebuena me veía brindando con Licor de Tres Flores (a saber cuáles), y comiendo pastel de osmanthus, que es lo más parecido a turrón que pude encontrar. Al final hubo cerveza y vino como para librarnos de abrir la botella de licorazo, pero el pastel de osmanthus sí que tuve ocasión de probarlo. Y si os preguntais qué tal estaba, pues para qué os voy a engañar, os podeis imaginar a qué sabe una cosa hecha con un ingrediente que se llama por su nombre científico. O sea, Industria Alimentaria China 2- Laoguai ingenua 0.

Dejo el tema culinario para otro momento, y vuelvo a estas fechas tan señaladas. Los chinos ignoran la Navidad porque no la han celebrado nunca, como es lógico en un país donde el cristianismo nunca llego a tener mucho éxito, y porque además coincide muy cerca del Festival de la Primavera, o lo que nosotros llamamos Nuevo Año Chino. Como este año toca especialmente pronto, dentro de unas tres semanas, no me voy a liar explicando en que consiste, pero básicamente la gente se hace regalos, se compra ropa nueva, y se lia a comer y a beber como si tuvieran miedo de que no haya un nuevo año esperando (como decía Mafalda, qué grande). Así que yer iba yo camino de la cena de Nochebuena que hicimos en casa de un amigo, con mis cinco barras de pan bajo el brazo (me habían encargado que comprara el pan porque desde que saben que desayuno arroz con kimchi ya no se fían de mi), y me crucé con unos vecinos en el ascensor. Hay que decir que, en general, los chinos son discretos cuando se trata de mostrar asombro, pero la cara de póker de estos dos cuando me vieron a las nueve de la noche con media panadería bajo el brazo, era para grabarla, entre que aquí nadie come pan, y que se cena entre las seis y las ocho, debieron pensar que el jet-lag que había afectado más de lo normal. Y cuando llegué a casa de este hombre, estaban otros de sus vecinos de mudanza. Planazo para una Nochebuena: ponerte a a acarrear armarios. Claro que si vamos a eso, también es un plan curioso pasar la Nochebuena bebiendo tsintaos y comiendo tortilla de patatas con un grupo de gente que conocí hace tres meses en un aeropuerto (y que ya son como mi familia, por si alguno me lee, que sepais que nimen xianzai shi wo jia ren, renshi le nimen wo fei chang gaosing).
Y es que aquí los guiris nos dividimos entre los expatriados "de verdad", que se vuelven a sus países de origen a comer las uvas o lo que sea de rigor en Nueva Zelanda o Michigan, y a recibir los regalos en compañía de los suyos, y los pringados como yo y mis compañeros, que nos quedamos aquí levantando el país. Os iba a contar como nos organizamos, pero mañana tengo que coger un avion a las ocho de la mañana para Hong Kong y me da pereza, asi que os voy a dejar.
Prefiero la tortilla de patatas al "osmanthus"...
ResponderEliminar¡Qué les manden turrón!